Historia clínica

Informó que sufria taquicardia cada vez que lo veía, aunque fuera de lejos.
Declaró que se le secaban las glándulas salivales, cuando él la miraba, aunque fuera de refilón.
Admitió una hipersecreción de las glándulas sudorípadas cada vez que él le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.
Reconoció que padecía graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando él la rozaba, aunque fuera por error.
Confesó que por él padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se le aflojaban las rodillas.
Que en los días no paraba de decir bobadas y en las noches no conseguía dormir.

- Fue hace mucho tiempo, doctor -dijo- Yo nunca más sentí nada de eso.

El médico arqueó las cejas.

-¿Nunca más sintió nada de eso?

Y diagnosticó:

-Su caso es grave.

E. Galeano

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