Ventana sobre las dictaduras invisibles

La madre abnegada ejerce la dictadura de la servidumbre
El amigo solícito ejerce la dictadura del favor
La caridad ejerce la dictadura de la deuda
La libertad de opinión te permite escuchar a los que opinan en tu nombre
La libertad de elección te permite elegir la salsa con la que serás comido.

Galeano
Cerró el libro y se quedó acariciando el lomo, aturdida de tanto placer intelectual. El incomunicable éxtasis vibrando en su estómago. Era uno de sus días buenos, días de una embriagadora energía, de caminar de a saltitos, días de sonreírle al asfalto y hasta de enorgullecerse de su sensualidad.
Se entregó feliz al sueño que la abrazó enseguida, y esa misma noche se le apareció la madre Eva con su encanto estremecedor y su rostro insoportable para la vigilia. Al despertar, los resabios del sueño prohibido la oscurecieron. Así comenzaba su día de parásito, días de dejarse besar y tomar por la cintura, días de contemplar con aterradora extrañeza la mirada enternecida del hombre que la amaba.
Eran aquellos sus días más fértiles; días de escribir más de lo saludable y con una agudeza ilícita para los vivos. Días en que su mirada se volvía mezquina, y quedaba atrapada en penumbras metafísicas.
Pero.. ¡he aquí el milagro de la naturaleza! Ni bien la vigilia amenazaba con volverse insoportablemente tortuosa, una pequeña distracción se abría paso, para devolverla a la calma burguesa en un deslizamiento rápido e imperceptible. Su desteñido mundo se coloreaba de nuevo y todo empezaba una vez más.

Labios de oro

Narciso, como todos los de su tipo, huele a polvo, a tabaco y a libro viejo. Ligeramente encorvado, su cuerpo cultivado a la sombra, camina con ligereza y su andar es imperturbable. Todo en él se orienta bajo un matiz de fealdad, destino al que solo escapan sus finos dedos y su mirada profunda, abismal. Predica el control de sí y el desprecio de los sentidos, pero por las noches, cuando su conciencia se acobarda, aparece la imagen: Goldmundo, que es hombre y mujer, que cuando sonríe con sus labios de oro, los extremos del mundo convergen en un beso.