La era de los esquiladores

La multitud, lana contra lana.
Reinaba el orden, las buenas costumbres occidentales y cristianas.
El vizco se los había advertido ya.. pero se sentían tan a gusto!!
Hasta que llegaron los esquiladores.
No supieron bostezar a tiempo.
El hombre es hombre porque es capaz de negar la realidad
Todavía se sentían tranquilas.
El hombre es ruptura, es una fisura que se inserta en un orden prefabricado.
Se estaba tan bien así.

Hasta que llegaron los esquiladores y sus cuerpos gordos habían perdido ya toda fuerza.

1 comentario:

Alumbral dijo...

Fo! Hacía mucho que no circulaba por estas tierras. Cosas que pasan cuando un* flota a la deriva... Pero veo que por aquí el viento no ha dejado nunca de soplar... Me intrigan los grandes cercos que señalan los cultivos donde se separan los frutos en su diversidad, por sus historias comunes, por sus nutrientes y desnutrientes, su color, consistencia y firmeza. Arrastrando algo del caos primigenio que nunca ha sido castrado (los desaforados intentos cotidianos por luchar contra él lo demuestran, nuestros pobres lenguajes lo demuestran, y principalmente, nuestros silencios que no saben de demostraciones...) pregunto por el fruto aislado y atravesado, por aquella pera que también es en parte manzana y con algo de caqui y cucai ¿qué en de ella, tan única y ordinaria en las épicas belicosidades de la verdulería?